domingo, 24 de febrero de 2013

Corona de Fráncfort, una tarta viejuna

Mi familia política alemana vive en un pueblo muy pequeño en el este de Alemania, en la Sajonia más profunda. Con sus poco más de 100 habitantes, en Puebluco del Pedregal, según su nombre en lengua vernácula, cuando uno de los mayores cumple años, todo el pueblo se pasa ese día por la casa del cumpleañero o cumpleañera para felicitarlo. Así que claro, hay que tener café, tarta y licores preparados para ofrecer. La tarta más famosa en el pueblo, la tradicional Corona de Fráncfort, la hacía hasta hace poco una de las vecinas de Puebluco del Pedregal, a la que se le encargaba siempre su preparación. Pero la mujer está ya muy mayor y no puede hacerlas más. Desde que tuve la oportunidad de probar la tarta en uno de esos cumpleaños, la he tenido rondando en la cabeza (la mayoría sabéis cómo nos funciona la cabeza a los golosos) y ayer, finalmente, la hice. Esta es de un libro cualquiera, pero estoy en "negociaciones" para obtener esa receta tan famosa en Puebluco del Pedregal. Quién sabe, a lo mejor un día puedo tomar el relevo ;-)


La Corona de Fráncfort es una de las tartas clásicas de la repostería alemana y la encontraréis en cualquier pastelería o cafetería tradicional que se precie. A pesar de ello, no sé por qué pero a mí, con ese aspecto que podría ser portada de un libro de recetas de los años 60, me recuerda a la comida viejuna de la que El Comidista escribe en una de las secciones de su blog. Comida viejuna alemana, se entiende.

Es sencilla pero algo laboriosa de hacer, y yo os recomendaría hacerla un día antes. La crema de mantequilla tiene tiempo de endurecer algo con lo que es más fácil cortarla y los sabores han asentado más. Y os aseguro que está muy rica :)


Ingredientes
Para el bizcocho:
150 g harina
150 g azúcar
2 cucharadas maicena
1 cucharadita de levadura química
125 g mantequilla a temperatura ambiente
4 huevos
2 cucharadas de ron
1 pizca de sal
1 limón, ralladura

Para la crema (relleno y cobertura):
175 g azúcar
200 g mantequilla a temperatura ambiente
5 yemas de huevo
5 cucharadas de agua
4 cucharadas de ron

Además:
100 g de crocante de avellanas (en Alemania lo venden preparado y tiene este aspecto) o avellanas tostadas picadas para una versión menos dulce
4 cucharadas de mermelada de ciruela casera de la tía Mariajo (si no tenéis una tía Mariajo que os regale mermelada casera, cualquier mermelada de alguna fruta roja valdrá, cereza, fresa, frambuesa...)
unas guindas confitadas para decorar

Preparación
Bizcocho: Precalentamos el horno a 175 °C. Batimos bien la mantequilla que estará a temperatura ambiente y el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa. Añadimos entonces la ralladura de limón, los huevos, el ron y una pizca de sal. Tamizamos la harina, la maicena y la levadura y las añadimos poco a poco a la mezcla anterior. Engrasamos bien un molde con forma de aro o de corona (de los que tienen un hueco en el centro) y espolvoreamos con un poco de harina. Vertemos la mezcla y horneamos durante aprox. 45 minutos. Cuando el bizcocho esté listo, lo desmoldamos y lo dejamos enfriar sobre una rejilla.

Crema: Preparamos un almíbar con el azúcar y cinco cucharadas de agua. En un recipiente aparte batimos a mano las yemas. Añadimos muy lentamente el almíbar a las yemas sin dejar de batir. Incorporamos el ron y seguimos batiendo hasta que la mezcla haya enfriado. En un bol grande batimos la mantequilla a temperatura ambiente hasta que esté cremosa. Entonces, y sin dejar de batir, vamos incorporando la crema de yemas cucharada a cucharada.

Para montar la tarta, hacemos dos cortes horizontales al bizcocho. Ponemos una capa de mermelada en cada corte que empapará un poco el bizcocho y una capa generosa de crema de mantequilla. Montamos la tarta presionando levemente para que las capas se peguen bien. Ahora forramos todo el bizcocho, desde el hueco del centro hacia fuera. No importa si la cobertura no nos queda perfecta, ya que al final la cubrimos con las avellanas picadas que taparán cualquier “imperfección”. Decoramos con unas estrellas de crema y las guindas confitadas, y ¡lista está la Corona de Fráncfort!