domingo, 31 de octubre de 2010

Toffee esponjoso

Hay recetas que enamoran nada más verlas. Aunque debería decir que son fotos las que enamoran a primera vista. Yo hace poco me enamoré de esta.
¡Advertencia! Receta solo apta para adictos al chocolate y al azúcar.

Sponge Toffee

Ingredientes
2 tazas de azúcar
1/2 taza de miel
1/3 taza de sirope de arce
120 g mantequila
1 cucharada de bicarbonato
400 g chocolate negro

Preparación
En una cazuela grande ponemos a calentar el azúcar, la miel, el sirope de arce y la mantequilla, todo ello a fuego medio. Removemos con una cuchara de metal hasta que el azúcar se haya disuelto. Entonces introducimos un termómetro de azúcar y dejamos hervir a fuego lento hasta que el caramelo alcance los 150 ºC (más o menos unos 7-8 minutos cuando el caramelo oscurece). Durante este tiempo es muy importante no remover más la mezcla.
Cuando ha alcanzado la temperatura indicada, extraemos el termómetro y retiramos del fuego. Ahora tenemos que trabajar rápido porque el caramelo endurece rápido. Añadimos el bicarbonato y batimos enérgicamente a mano. Echamos en una fuente (20x30 cm) que habremos preparado con papel antiadherente y dejamos enfriar. Mientras tanto derretimos el chocolate al baño María. Cuando el caramelo haya endurecido (aprox. 30 minutos) cubrimos con el chocolate y dejamos endurecer (al menos una hora). Extraemos del molde y rompemos en piezas.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Caracolas flamantes

Apenas bebo alcohol, el vino no me vuelve loca y la cerveza no me gusta, sin embargo, hay una época del año en la que, casi, casi, me convierto en alcohólica (comparando con mi consumo medio de alcohol durante el resto del año, no se me malinterprete). Y no, no es a causa de la fiesta de la cerveza que acaba de celebrarse en Múnich. El culpable es el mismo de todos los años, ese vino joven, a punto de fermentar, que podría confundirse con un mosto gaseoso de contenido alcohólico, el Federweißer. Por suerte para mi salud, y reputación, este vino tiene un período de vida corto, unas pocas semanas entre septiembre y octubre. Como está en pleno proceso de fermentación, el vino sigue produciendo gases, por eso, la botella no puede estar cerrada herméticamente con un tapón de corcho ya que explotaría, además, debe conservarse refrigerado. Todo esto hace que sea un producto de transporte complicado, por lo que suele ser difícil encontrarlo fuera de Alemania. Por tanto, si estáis en tierras germanas por estas fechas, aguzar la vista en busca de carteles que lo anuncien, aunque sea con falta de ortografía como el de abajo.

Federweisser

El perfecto acompañamiento para este vino es el Flammkuchen, algo así como la respuesta alsaciana a la pizza. He leído dos versiones diferentes sobre su origen, una dice que el Flammkuchen surgió para aprovechar el calor del horno después de hornear el pan, otra, un poco a la inversa, explica que antes de hornear pan se introducía un trozo de masa para controlar la temperatura del horno y con el tiempo se fue añadiendo algún que otro ingrediente para no desperdiciar el trozo de masa, hasta que se llegó al Flammkuchen como lo conocemos hoy. En cualquier caso, la composición del nombre en alemán hace sospechar una estrecha relación con las llamas del horno.

Mi horno no echa llamas, pero sí consigue hacer unos Flammkuchen bastante decentes, y flamantes, como el del año pasado o el del anterior, o las caracolas de este otoño.

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Caracolas flamantes
Ingredientes (para unas 24 unidades)
250 g de harina - 10 g de levadura fresca - 100 ml de agua - 50 ml de leche - 150 g de panceta fresca - una cebolla roja grande - un diente de ajo - 200 g de crema fresca (crème fraîche) - sal - nuez moscada y pimienta blanca

Elaboración
Diluimos la levadura fresca en el agua templada para activarla. Añadimos el agua con la levadura, la leche y una pizca de sal a la harina tamizada. Mezclamos bien hasta tener una masa homogénea. Dejamos reposar en un lugar templado durante una media hora hasta que la masa haya doblado su volumen. Mientras tanto picamos muy finas la cebolla y la panceta y las rehogamos un par de minutos a fuego fuerte hasta que empiecen a dorarse. Para hacer la crema, añadimos el diente de ajo machacado, media cucharilla de nuez moscada y media de pimienta blanca molida a la crema fresca. Normalmente no hace falta añadir sal a la crema ya que la panceta suele ser, de por sí, muy salada. Cuando la masa está lista, la dividimos en dos partes iguales. Empezamos con una parte. La aplastamos con las manos sobre una superficie enharinada para que salga el aire y después la extendemos con el rodillo hasta tener una base muy fina, preferiblemente alargada.

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Extendemos una capa muy fina de la crema y esparcimos la panceta y la cebolla procurando que queden repartidas por igual. Enrollamos con cuidado la masa sobre sí misma, por el lado más largo, hasta formar un rodillo que cortamos entonces en rodajas de unos 2 cm de grosor. Disponemos en una bandeja de horno preparada con papel vegetal e introducimos en el horno precalentado, en la parte baja, a temperatura máxima (el mío 250 ºC) de 10 a 15 minutos. Sacamos y servimos calientes. Repetimos los pasos con el resto de la masa.

lunes, 4 de octubre de 2010

Chocopalabra mágica

¿Qué es lo primero que os viene a la cabeza cuando pensáis en Dinamarca? A mí, y algo de apuro me da reconocerlo, aparte de un par de películas, muy poco, y eso apuntando hacia arriba.

Afortunadamente esta situación ha cambiado, y ahora, cuando piense en Dinamarca, pensaré irremediablemente en pålægschokolade.

Surprise from Denmark!

También recordaré la ilusión que sentí al abrir el sobre llegado del norte y descubrir dos cajas pequeñas con palabras mágicas. El contenido "pålægschokolade", unas láminas muy finas de chocolate para comer con pan, que en Dinamarca parece ser que se toman en el desayuno. No he podido evitar la comparación y, claro, me han recordado los bocadillos de tableta de chocolate que tomábamos para merendar cuando éramos pequeños (por cierto, madres y padres del mundo, ¿siguen los niños merendando bocadillos de chocolate?).

La culpable de que yo ahora tenga esta asociación es Henriette, una simpática århusianer  a la que conocí este verano. Ella habla un poco más en su blog sobre el pålægschokolade.

Pålægschokolade