Desde hace tres años la Berlinale dedica una de sus secciones al cine culinario. Este año la sección la ha inaugurado Food, Inc., un impresionante documental sobre la industria alimentaria en EE UU, dirigida y producida por Robert Kenner y con la presencia de colaboradores como Eric Schlosser, autor de Fast Food Nation, libro en el que se basa la película homónima.
Creo que ha sido una opción arriesgada abrir una sección de cine dedicada a la gastronomía con una película "incómoda" y realmente poco apetitosa, que saca a la luz todo eso que suponemos pero que preferimos no saber cuando estamos delante de la estantería del supermercado. Porque, ¿qué sabemos realmente de los alimentos que compramos?
Sin considerarme una fanática de las dietas anti-loquesea (tema muy bien tratado aquí), ni practicar radicalmente la compra biológica-orgánica-medioambiental (sencillamente porque es un lujo, no lo neguemos), este documental despierta la reflexión seria y anima a la concienciación, siempre en tono de diálogo y sin intentar dogmatizar, proponiendo soluciones factibles que cada cual puede adecuar a su situación. Pequeños esfuerzos para grandes resultados.
El documental presenta el gran negocio de la industria alimentaria, dominado por unos pocos consorcios que controlan todo el proceso de la cadena, desde las semillas patentadas que han dejado de ser un bien común y limitan a agricultores en todo el mundo, hasta la contaminación medioambiental y la manipulación, que acaba llegando hasta nuestros platos (pocos alimentos se libran) sin pocas veces ni imaginárnoslo, pasando naturalmente por la brutal explotación a trabajadores y animales.
Parte del evento en esta sección del festival de cine es la cena que algún renombrado (y estrellado) cocinero berlinés ofrece después de la película. Ayer le tocaba a Tim Raue, del restaurante MĂ, quien, francamente, lo tenía difícil después de 94 minutos de datos e imágenes, no del todo agradables, sobre la producción de alimentos. Según él mismo la define, su cocina combina «una interpretación moderna de la filosofía de la gastronomía china con productos de la cocina regional», whatever! En cualquier caso, la elección de un plato vegetariano para después del film fue acertada: Un estofado de pulpa de calabaza, zanahorias y jengibre con hierbas aromáticas de invierno. Increíblemente perfumado, fresco, dulce y picante, reconfortante.
Parte del evento en esta sección del festival de cine es la cena que algún renombrado (y estrellado) cocinero berlinés ofrece después de la película. Ayer le tocaba a Tim Raue, del restaurante MĂ, quien, francamente, lo tenía difícil después de 94 minutos de datos e imágenes, no del todo agradables, sobre la producción de alimentos. Según él mismo la define, su cocina combina «una interpretación moderna de la filosofía de la gastronomía china con productos de la cocina regional», whatever! En cualquier caso, la elección de un plato vegetariano para después del film fue acertada: Un estofado de pulpa de calabaza, zanahorias y jengibre con hierbas aromáticas de invierno. Increíblemente perfumado, fresco, dulce y picante, reconfortante.
Como curiosidad dejo aquí el simpático cortometraje proyectado antes del documental: Cuisine de François Vogel. Seguiremos informando :-)
Snif! Snif! Y una vez más snif!
ResponderEliminarJo, cómo me hubiera gustado ir... Realmente era la única peli del cine culinario que quería ver, qué rabia... Y eso que yo si soy anti-algo es anti-dogmas-bio-eco-no-sé-qué (mis abuelos eran carniceros, lo llevo en la sangre, qué le vamos a hacer)...
Ains...
Un abrazo!
Natalika, nada mujer, ya sabes que ocasiones para saraos no faltarán en esta ciudad :-D
ResponderEliminarPor cierto, siendo anti-dogmas-bio-eco-no-sé-qué ¿qué haces viviendo en Prenzlauer Berg? (jeje, qué mala leche). De todas formas es lo que me ha gustado de esta peli, que no van de radicalismo bio, una escena curiosa: un carnicero "bio" degollando pollos en su granja y comentado lo bonito que es degollar pollos al aire libre mientras escuchas el trinar de los pájaros en plena naturaleza, irgendwie schräg! :-D
Noema, te echaba de menos! oye no te metas con Prenzaluer Berg que a nosotros nos encantó al igual que Kreuzberg!! (que ganas tengo de volver)
ResponderEliminarEn fin mi niña, que bien lo pasas y que bien comes y cocinas! para cuando un restaurante en Berlín de cocina made in Noema???
besos.
Es cierto que no sabemos lo que comemos. Cuando padeces una intolerancia alimentaria, como es el caso de mi hijo, y tienes que mirar con lupa todo lo que se lleva a la boca, francamente te produce vértigo ser consciente de cuanta desinformación tenemos al respecto.
ResponderEliminarEl corto me ha encantado. Intentaré conseguir el documental del que hablas. Me gusta mucho este tipo de información.
Muchas gracias y besitos sin gluten
Hola Noema,
ResponderEliminarpues yo reconozco que soy bastante bio-eco-etc, y no me avergüenzo de decirlo. De hecho, cada vez lo digo más porque noto que existe una cierta campaña para desprestigiar lo bio, y estas cosas no suelen empezar porque sí (sólo hay que ver ciertas noticias en los periódicos, y quien está detrás) Y el motivo no es que yo sea una dogmática recalcitrante, sino precisamente que al menos lo eco-bio-blablabla está regulado, hay cosas que no pueden hacer, mientras que con lo demás es carta blanca a casi cualquier guarrería que quieran ponerte en el plato. Y nosotros tragamos. De todas maneras, como parte de mis verduras las saco de mi huerta, pues ahí si que se perfectamente qué estoy comiendo!!!!
De todos modos, si tengo que elegir entre unas manzanas bio traídas de Italia (hasta Tenerife) y unas manzanas de un agricultor de la Orotava (en el norte de la isla) que no tienen sello eco, me quedo con las del agricultor de la Orotava.
Y la cuestión sería conseguir que todo se plantara de forma ecológica, de manera que no hiciera falta el sello. Porque la milonga esa de la productividad es una mentira y bien gorda, que les viene bien a las multinacionales agroquímicas para seguir colándonos sus productos contaminantes hasta en la sopa.
Bueno, no es por ser latosa, pero es que este es uno de los temas que más me interesan, esto es a lo que me refería con lo de las noticias:
ResponderEliminarhttp://laflordelcalabacin.blogspot.com/2008/09/algo-huele-podrido-en-dinamarca.html
Me interesa el tema muchísimo. No es que yo tampoco sea una dogmática del bio, y completamente de acuerdo con Ajonjolí en lo de la distancia (no entenderé jamás que traigan calabazas bio del hemisferio sur)... pero después de ver el documental "We feed the World" (que por lo que explicas, va en la línia de este otro) uno se queda como encogido pensando en qué leches puede hacer, y si dices que éste sí que hace propuestas de soluciones, yo encantada de empollármelo, porque lamentablemente mucha gente se queja pero muy pocos se arremangan para cambiar las cosas.
ResponderEliminarPor cierto, ¿La Berlinale? ¡¡¡Qué envidia cochina marrana!!!
Tenemos corresponsal de lujo! Vas a asistir a todas? Decime que sí, tengo curiosidad por saber qué nos contás de las otras películas y su correspondiente plato...
ResponderEliminarCon respecto al tema comida así en general, sí que es incómodo pensar en todo lo que implica la industria alimentaria. Es que sin irse demasiado a los extremos hay que admitir que comer, en el fondo, implica algo que en un contexto formal es moralmente incorrecto: para sobrevivir tenemos que matar, incluso siendo vegetariano. Y cuando ese es el punto de partida, los abusos en el camino se hacen "más admisibles". Ser concientes del recorrido que hacen los alimentos hasta nuestra mesa es un paso difícil. Por un lado, yo quiero saber que el pollo que estoy comiendo vivió feliz y contento, pero no quiero saber su nombre, me arruinaría la cena. :D
Un beso y hasta el próximo reportaje,
Marcela
@Noema: No, de qué mala leche, qué va, si razón no te falta... A mí es que en realidad me gusta vivir en la boca del infierno... :D
ResponderEliminarDe todas formas también hay mucho mito en torno a P-Berg... ;-)
El romanticismo "carnicero" del "carnicero bio" lo entiendo perfectamente - a mí lo curioso me parece el "miedo" que le tenemos casi hoy en día al tema "matanza" incluso quienes comemos carne. Es típico de la sociedad en que vivimos: nos sorprende que en la guerra se muera gente continuamente (sólo porque ahora a las guerras no les llaman guerra sino "operación" o "misión") y hacemos de ello noticia y no nos atrevemos a pensar que el filete que nos estamos pimpando también tuvo en su día un papi y una mami que lo querían mucho... Andamos locos!
@ajonjoli: Hombre yo reconozco que gasto bastante mala leche en cuanto me sacan el tema "bio-eco-no-sé-qué", pero es que en Alemania (no se cómo andará el temita en España hoy por hoy) le dan a una mucho la vara con el asunto y hay mucha tontería en torno al consumo bio.
A mi me encanta comer y por eso, me gusta que lo que como sea de calidad... pero desde luego por lo que no paso es por los 13 euracos que luego me quieren cobrar el kilo de picadillo: Eso no tiene justificación (y que no me cuenten que esas terneras han saltao la mar de sonrientes al cuchillo porque no me lo creo) y es un atraco a mano armada...
Lo que el 90% de los súper-políticamente-correctos consumidores de productos bio aquí en mi barrio (la meca de lo bio-petardo) seguramente no sabrán, es que mucho de lo bio que compran viene de Argentina, China, etc... Eso es una majadería.
En fin, que desde luego el tema da para muchísimo... nos podríamos pasar horas "discutiendo" (civilizadamente, eso sí) al respecto...
Ay, qué me enrollo...
Sigue informando, Noema. La verdad es que da miedo en lo que se ha convertido la industria alimentaria, y sobretodo, lo de las patentes de las semillas, qué vergüenza, pero me parece que el Fair Trade y los alimentos biológicos, tampoco se salvan si un profundiza un poco. Al final, uno debe coger de ambos mundos lo que más se ajuste a sus intereses.
ResponderEliminarInforma, informa...
Un beso
La cuina vermella, no, mujer, que me meto con el barrio con cariño. Respecto al restaurante, estoy esperando a que os mudéis aquí para que lo abramos juntos ;-D
ResponderEliminarZerogluten, el documental se había estrenado antes en Toronto y ahora en Berlín, pero ni siquiera se ha hecho todavía en EE UU. No sé cuándo se podrá ver en pantallas españolas, habrá que estar un poco atentos. En cuanto a la desinformación, te doy toda la razón, pero también creo que con el esfuerzo de mucha gente (como tú y tu blog, por poner un ejemplo) esto está cambiando poco a poco.
Ajonjoli, veo que he tocado un tema sensible. Como he dicho, no me considero la consumidora bio-eco ideal, quizás porque soy casi pasiega y desconfío de muchas cosas, jeje, quizás porque me indigna el GRAN negocio que muchas pseudoempresas bio están haciendo con el tema. O porque no me cuadra que le compre a la tienda ecológica de la esquina un bote de miel por el doble de lo normal y me entero después que la miel viene de Brasil, no sé, no me cuadra. Algunas de las divisas del film iban exactamente por ahí donde comentas, hazte una huerta (si puedes), cómprale a los campesinos de tu región. Gracias por el enlace al artículo que escribiste (y que ya había leído ;-), te doy toda la razón, hay muchos intereses detrás de unos y de otros, y somos los consumidores los que tragamos (nunca mejor dicho) con todo.
Marona, no he visto We feed the World, la tengo en mi "to-view-list". Food, Inc. hace propuestas que cualquiera con un poco de sentido común puede pensar solito, y que estoy segura (y sé, que te leo ;-) tú ya practicas en su mayor parte. Después de la peli hubo un debate muy interesante con director, colaboradores como el autor de Fast Food Nation y representantes de las partes implicadas, etc. donde salieron todos estos temas que están saliendo aquí, propuestas, radicalismos, intereses, soluciones factibles, gente que se está dejando la vida por cambiar estas cosas (recordemos que la peli se refiere a EE UU), y la conclusión de que las cosas, así como están, está claro que no están funcionando.
Marcela, ya me gustaría asistir a todas, sobre todo a las gastronómicas, pero para empezar, no me llega el presupuesto. Este año me he dado el lujo de asistir a dos gastronómicas, esta tarde la siguiente, ya os contaré, me voy otra vez de reportera dicharachera con la cámara a cuestas ;-D
El resto de pelis las dejo para el día del espectador, el domingo que viene, desde por la mañana hasta por la noche viendo pelis... yupppi!
Marcela, tú tampoco te has criado en un pueblo ¿no? Creo que entonces tendríamos otra relación con los animales que comemos, no sé.
natalika, como en todo, igual que hay mito con mi salvaje barrio Neukölln ;-D
Gracias por el resto de argumentos que suscribo!
CRIS, sí que es complicadillo el tema, ya lo estamos viendo. Y la pregunta de siempre ¿puede lo bio-ecológico en masa seguir siendo bio y justo?
Hoy más que nunca, muchas gracias por vuestra participación y comentarios, y, sobre todo, por el diálogo civilizado.
Por cierto, me gustaría conocer vuestra opinión cuando veáis la película.
Un tema muy interesante el que se plantea en ese documental por lo que cuentas, ya tengo dos encolados para ver entonces: "we feed the world" y "Food Inc.".... a ver si los consigo...... en fin que somos lo que comemos y muchas veces no sabemos lo que comemos luego....... no sabemos lo que somos???? Besazos!!!!
ResponderEliminarMe has dejado muy pensativa con este tema...la verdad es que lo Öko es Luxuspur, pero entre cuando pienso en las barbaridaes que se cometen por culpa de Don dinero me dan ganas de boicotear todoloqueno crezca aqui al lado...
ResponderEliminarComo siempre, dandonos cantidad de información interesante! El video, interesante!
ResponderEliminarQueremos más información!!
Besitos
Pero que envidia me das! (de la buena eh!) Me encanta el ambientillo de los festivales de cine (aunque solo he podido ir al de San Sebastian). El corto me ha parecido genial!
ResponderEliminarBesos y sigue contando plis!
Cómo me pudre la envidia, de no poder ir a la berlinale... cómo me pudre. Muchas gracias por hablarnos de este documental (y por enlazar mi post, uy), el tema es uno de los temas que me cosquillean la mala uva, así que iré a verlo (espero que llegue al menos al festival de cine de aquí). Estoy de acuerdo contigo en lo de que comprar bio no está al alcance de muchos (al mío, no) y con Ajonjolí de que deberíamos volver a una forma de producción más razonable, que debería ser la norma, y no un lujo. Te lo digo yo, que desde que salí de la Unión Europea me he dado cuenta de que Norteamérica es la jungla en este tema. Una de las razones por las que apenas como carne es que no me puedo pagar (ni encontrar fácilmente) la bio, y aquí el uso de antibióticos prohibidos en Europa está perfectamente autorizado. Si os indigna la política alimentaria europea, pensad que al menos por allí se prohíbe algo si no se puede demostrar que no es perjudicial (enfoque "ante la duda, es mejor abstenerse"), en Canadá y los USA hay que demostrar activamente que un pesticida o antibiótico es perjudicial para la salud, antes de prohibirlo (enfoque "ante la duda, bájate las bragas ante las grandes compañías agroalimentarias"). Ya paro, ya. Respira, Arantza, respira.
ResponderEliminarArantza, es que en Norteamérica han pasado de la "sociedad de la precaución" a la "sociedad del riesgo", técnicamente hablando (últimamente me empoyo unos libracos de impresión).
ResponderEliminarNoema, efectivamente, este es un tema de los que más me inquietan, como ya le dije a Natalika, quien domina la alimentación domina el mundo, y estamos dejando la seguridad alimentaria de nuestros países en manos de no sé sabe qué tipo de gente....
Veré la película en cuanto pueda y te daré mi opinión, seguro.
salvia, yo acabo de recibir We feed the World, que tampoco he visto, a ver. Muy curiosa tu reflexión!
ResponderEliminarBelen, si al menos tuviéramos la seguridad de que lo que crece aquí al aldo es 100% "correcto", difícil el tema.
Ivana, últimamente me estoy tomando muy en serio lo del reportaje superdicharachero, ¡ya ves!
mariluz, yo no he estado nunca en el de San Sebastián, pero es también un "festival del público", como le dicen aquí a la Berlinale ¿no? Hay muy buen ambiente.
Arantza, he leído que este documental lo estrenaron en el festival de Toronto. Me impresionó mucho exactamente todo eso que dices, y que cuentan muy bien en la peli, sobre todo una familia que desayunaba todos los días en el McDonalds (o semejante) porque simplemente era más barato que comprar fruta en el supermercado!
Ajonjoli, sinceramente me encantará conocer tu opinión cuando veas la película.
Un abrazo y gracias, como siempre, por pasaros por este blog!