De camino al Mar del Norte podemos encontrar muchas maravillas. La primera, una hermosa ciudad y el mayor puerto de Alemania a orillas del Elba.
Dos días escasos no son tiempo suficiente para poder decir mucho sobre una ciudad ni para juzgarla, pero la idea de poder vivir allí no me desagradó en un primer momento, una sensación que no había tenido hasta ahora en ninguna otra ciudad alemana. De hecho, el ambiente relajado de sus barrios, las terrazas de verano frente al Elba, esa mezcla un tanto decadente entre moderno, antiguo y restos de tiempos más alternativos me recordaron mucho al ambiente de Berlín. Está claro que es solo una impresión personal y muy subjetiva.
La segunda maravilla es una especialidad de los puertos del Mar del Norte, el
Labskaus, un plato de marineros, ya que los ingredientes básicos son productos que se conservan bien durante largas travesías por mar, como la carne en salazón. El
Labskaus es un puré (con mejor sabor que aspecto, el mejunje rosado de la foto), que suele servirse con huevos fritos, pepinillos y remolacha, y a veces, como en la foto, con
Rollmops.
Otra especialidad que no falta en la mayoría de restaurantes de la región costera es el arenque fresco o
Matjes, arenques que se pescan antes del desove y que se dejan madurar en salazón. La temporada empieza a principios de junio y casi todos los restaurantes anuncian
Matjes frescos en su carta.
Si seguimos el curso del Elba hacia el norte llegaremos hasta su desembocadura en aguas del Mar del Norte. Playas inmensas, llanuras interminables y unas mareas enormes dada la escasa inclinación de la costa con una diferencia entre la pleamar y la bajamar de kilómetros. En otras palabras, por la mañana el agua llega hasta la playa, por la tarde no se distingue la orilla en el horizonte y lo que queda es
esto, ideal para pescar
chamarucas que, curiosamente, no tienen mucha resonancia en la gastronomía local.
En cambio, sí que es muy popular un
tipo de quisquilla que se suele tomar en bocadillo
(Krabbenbrötchen). Los pocos pesqueros que siguen dedicándose a la pesca de este crustáceo hace tiempo que no pueden cubrir la gran demanda existente. Los "entendidos" los compran directamente a los pesqueros cuando arriban a puerto y
los pelan ellos mismos.
Además de todo esto, idílicos pueblos pesqueros y playas con ambiente de época salpicadas de las inconfundibles tumbonas o
Strandkörbe.