Querida familia y amigos:
Llevo ya casi dos semanas en el culo del mundo Australia.
Me ha costado un poco centrarme, supongo que será la resaca de los dos meses en Canadá, pero poco a poco le voy cogiendo el ritmo. Más que el cambio horario, que apenas noté, el desajuste fue salir del avión como una gallina mareada después de 24 horas de vuelos y aterrizar directamente en la calurosa primavera australiana después de haber dejado atrás el fresco otoño canadiense. Nada más salir mis anfitriones australianos me estaban esperando para llevarme unos días con ellos. Del aeropuerto fuimos directamente al mercado de pescado de Sídney.
Una locura. Compramos langostinos cocidos, pan y salsa y nos fuimos a comerlos a uno de los miles de maravillosos parques que bordean las miles de maravillosas bahías de Sídney.
Al acabar el día fui agasajada con una pavlova casera con bien de pulpa de maracuyá fresca. La pavlova es el postre australiano por excelencia (aunque parece que no acaban de ponerse de acuerdo con los neozelandeses sobre quién la inventó). La primera vez que oí hablar de este postre fue hace dos años, en la entrada que presentó Nuria para el primer Calendario de Adviento, así que ahí tenéis una receta. Está para chuparse los dedos.
Un día redondo. Un poco desorientada pero con la barriga llena, que es lo que importa ;-)
Seguiremos informando desde Sídney, donde estaré hasta mediados de noviembre. Si os apetece ver más fotos, pasaros por el álbum australiano que intento ir actualizando día sí, día no. ¡Un abrazo!