Cualquiera que haya estado en Berlín en los últimos años se habrá percatado de la cantidad de atracciones turísticas y tiendas de souvernirs existentes relacionadas con la antigua RDA o con los entonces sectores aliados. El boom turístico que vive la capital desde hace ya algunos años no ha hecho más que favorecer su aparición. También hace tiempo apareció el término Ostalgie, un acrónimo formado por las palabras "Ost" (Este) y "Nostalgie" (nostalgia), para referirse a la nostalgia por los tiempos vividos durante la RDA, término lógicamente no exento de polémica (en todas partes hay gente que sigue pensando que con el fulano de turno se vivía mejor), pero que al final parece que ha acabado dejando atrás las malas vibraciones y se ha centrado en la exitosa estrategia de marketing para todos esos productos (trozos de muro made in China, por ejemplo) que se venden en los puestos de souvernirs o tiendas de moda retro. Hace justo un año hablé de uno de los productos ostálgicos por excelencia.
En cocina, entre las recetas clásicas de la RDA, hay una que ha resistido con éxito el cambio de época y se ha sabido extender a otras partes de Alemania: la Soljanka (pronunciado /solyánka/). Uno de los platos estrella en todo libro de recetas de la RDA que se precie. Una sopa cuyo nombre nos deja entrever su origen soviético, aunque parece ser que su etimología no está del todo comprobada.
En cocina, entre las recetas clásicas de la RDA, hay una que ha resistido con éxito el cambio de época y se ha sabido extender a otras partes de Alemania: la Soljanka (pronunciado /solyánka/). Uno de los platos estrella en todo libro de recetas de la RDA que se precie. Una sopa cuyo nombre nos deja entrever su origen soviético, aunque parece ser que su etimología no está del todo comprobada.
La soljanka alemana tiene algunos ingredientes básicos como son trozos de carne (del tipo que sea), cebolla, tomate concentrado y pepinillos; y variaciones mil como la col, salchichas, alcaparras y todo lo que tengamos rodando por la nevera. De ahí que no encontraremos dos soljankas iguales. Característicos, eso sí, son su sabor agridulce y su color rojizo oscuro.
A pocos días de que se cumplan los 20 años de la caída del muro de Berlín, un poco de cocina ostálgica. Mi alemanito oriental me ha dicho (con un tono muy diplomático) que la de su madre sabe diferente... #%&@#! (corramos un tupido velo), además ya he dicho que no hay dos soljankas iguales. A ver cómo os sale la vuestra.
Ingredientes
300 g de carne
100 g de panceta
1 diente de ajo
1 cebolla grande
4 pepinillos encurtidos medianos
1 ½ l de caldo de carne
100 g de pasta de concentrado de tomate
1 cucharada de pimentón picante
1 cucharadita de eneldo
sal, pimienta
perejil
crema fresca (crème fraîche)
Elaboración
Picamos el ajo y la cebolla y hacemos un sofrito en una cazuela con un poco de aceite. Picamos la carne y la panceta en trozos pequeños y los rehogamos unos minutos en la cazuela también. Echamos el pimentón y la pasta de concentrado de tomate y le damos unas vueltas rápidas para que no se queme y para que la carne se impregne bien. Entonces añadimos el caldo de carne, los pepinillos cortados a dados y el eneldo. Reducimos el fuego y dejamos cocer durante una hora. Antes de servir comprobamos la sal y ajustamos en caso necesario. Servimos con un poco de perejil picado o una rodaja de limón y una cucharada de crema fresca por encima.
A pocos días de que se cumplan los 20 años de la caída del muro de Berlín, un poco de cocina ostálgica. Mi alemanito oriental me ha dicho (con un tono muy diplomático) que la de su madre sabe diferente... #%&@#! (corramos un tupido velo), además ya he dicho que no hay dos soljankas iguales. A ver cómo os sale la vuestra.
Ingredientes
300 g de carne
100 g de panceta
1 diente de ajo
1 cebolla grande
4 pepinillos encurtidos medianos
1 ½ l de caldo de carne
100 g de pasta de concentrado de tomate
1 cucharada de pimentón picante
1 cucharadita de eneldo
sal, pimienta
perejil
crema fresca (crème fraîche)
Elaboración
Picamos el ajo y la cebolla y hacemos un sofrito en una cazuela con un poco de aceite. Picamos la carne y la panceta en trozos pequeños y los rehogamos unos minutos en la cazuela también. Echamos el pimentón y la pasta de concentrado de tomate y le damos unas vueltas rápidas para que no se queme y para que la carne se impregne bien. Entonces añadimos el caldo de carne, los pepinillos cortados a dados y el eneldo. Reducimos el fuego y dejamos cocer durante una hora. Antes de servir comprobamos la sal y ajustamos en caso necesario. Servimos con un poco de perejil picado o una rodaja de limón y una cucharada de crema fresca por encima.