Mi familia política alemana vive en un pueblo muy pequeño en el este de Alemania, en la Sajonia más profunda. Con sus poco más de 100 habitantes, en Puebluco del Pedregal, según su nombre en lengua vernácula, cuando uno de los mayores cumple años, todo el pueblo se pasa ese día por la casa del cumpleañero o cumpleañera para felicitarlo. Así que claro, hay que tener café, tarta y licores preparados para ofrecer. La tarta más famosa en el pueblo, la tradicional Corona de Fráncfort, la hacía hasta hace poco una de las vecinas de Puebluco del Pedregal, a la que se le encargaba siempre su preparación. Pero la mujer está ya muy mayor y no puede hacerlas más. Desde que tuve la oportunidad de probar la tarta en uno de esos cumpleaños, la he tenido rondando en la cabeza (la mayoría sabéis cómo nos funciona la cabeza a los golosos) y ayer, finalmente, la hice. Esta es de un libro cualquiera, pero estoy en "negociaciones" para obtener esa receta tan famosa en Puebluco del Pedregal. Quién sabe, a lo mejor un día puedo tomar el relevo ;-)
La Corona de Fráncfort es una de las tartas clásicas de la repostería alemana y la encontraréis en cualquier pastelería o cafetería tradicional que se precie. A pesar de ello, no sé por qué pero a mí, con ese aspecto que podría ser portada de un libro de recetas de los años 60, me recuerda a la comida viejuna de la que El Comidista escribe en una de las secciones de su blog. Comida viejuna alemana, se entiende.
Es sencilla pero algo laboriosa de hacer, y yo os recomendaría hacerla un día antes. La crema de mantequilla tiene tiempo de endurecer algo con lo que es más fácil cortarla y los sabores han asentado más. Y os aseguro que está muy rica :)
Ingredientes
Para el bizcocho:
150 g harina
150 g azúcar
2 cucharadas maicena
1 cucharadita de levadura química
125 g mantequilla a temperatura ambiente
4 huevos
2 cucharadas de ron
1 pizca de sal
1 limón, ralladura
Para la crema (relleno y cobertura):
175 g azúcar
200 g mantequilla a temperatura ambiente
5 yemas de huevo
5 cucharadas de agua
4 cucharadas de ron
Además:
100 g de crocante de avellanas (en Alemania lo venden preparado y tiene este aspecto) o avellanas tostadas picadas para una versión menos dulce
4 cucharadas de mermelada de ciruela casera de la tía Mariajo (si no tenéis una tía Mariajo que os regale mermelada casera, cualquier mermelada de alguna fruta roja valdrá, cereza, fresa, frambuesa...)
unas guindas confitadas para decorar
Preparación
Bizcocho: Precalentamos el horno a 175 °C. Batimos bien la mantequilla que estará a temperatura ambiente y el azúcar hasta obtener una mezcla cremosa. Añadimos entonces la ralladura de limón, los huevos, el ron y una pizca de sal. Tamizamos la harina, la maicena y la levadura y las añadimos poco a poco a la mezcla anterior. Engrasamos bien un molde con forma de aro o de corona (de los que tienen un hueco en el centro) y espolvoreamos con un poco de harina. Vertemos la mezcla y horneamos durante aprox. 45 minutos. Cuando el bizcocho esté listo, lo desmoldamos y lo dejamos enfriar sobre una rejilla.
Crema: Preparamos un almíbar con el azúcar y cinco cucharadas de agua. En un recipiente aparte batimos a mano las yemas. Añadimos muy lentamente el almíbar a las yemas sin dejar de batir. Incorporamos el ron y seguimos batiendo hasta que la mezcla haya enfriado. En un bol grande batimos la mantequilla a temperatura ambiente hasta que esté cremosa. Entonces, y sin dejar de batir, vamos incorporando la crema de yemas cucharada a cucharada.
Para montar la tarta, hacemos dos cortes horizontales al bizcocho. Ponemos una capa de mermelada en cada corte que empapará un poco el bizcocho y una capa generosa de crema de mantequilla. Montamos la tarta presionando levemente para que las capas se peguen bien. Ahora forramos todo el bizcocho, desde el hueco del centro hacia fuera. No importa si la cobertura no nos queda perfecta, ya que al final la cubrimos con las avellanas picadas que taparán cualquier “imperfección”. Decoramos con unas estrellas de crema y las guindas confitadas, y ¡lista está la Corona de Fráncfort!
Qué curioso..... mi tarta preferida es la mascota, no sé si la conoces, pero se parece muchísimo a esta. Se trata de un bizcocho genovés, dividido en dos emborrachado con almibar y cognac, la misma crema de mantequilla que la tuya y cubierta de almendra laminada. No sabía yo que en Alemania hubiera algo tan parecido. La tuya tiene una pinta estupenda....
ResponderEliminarAh, pues no conocía esa tarta que dices pero ya la he gugleado y he visto como es. ¿Sabes por casualidad qué origen tiene?
EliminarEsta de Fráncfort te va a gustar entonces :D
Pues la verdad es que no tengo ni idea de su origen. De hecho, como yo la he visto siempre en la pastelería en la que hemos comprado toda la vida, yo había asumido que era cocina vizcaina, al igual que el ruso, la carolina, el bollo de mantequilla...etc, pero, mira tú por dónde en Alemania hay algo muuuuy parecido.
EliminarLo preguntaba porque suelen tener orígenes curiosos, alguna celebración o postres que salen mal. De todas formas, no es una tarta muy exótica y supongo que es un tipo de "básico" en la pastelería europea :)
EliminarEs verdad que parece una tarta de un libro de repostería de los 70.
ResponderEliminarYo, en cambio, no soy muy amante de las cremas de mantequilla, pero todo es cuestión de probarlo.
Si te confieso una cosa, es la primera vez que hago algo con crema de mantequilla y me daba un poco de miedo que superia mucho a... mantequilla. Pero no, es cuestión de ser generosos con el chorretón de ron ;D
EliminarEsta tarta tiene pinta de ser de ésas que, con un té, te duran toda la tarde, porque te la vas comiendo a poquitos, saboreando la mantequilla.... Hmmm.... Un pecao Noema ;)
ResponderEliminarQué bien lo sabes, aquí estoy, dándole a la tarta...
Eliminarummm me encanta la crema de mantequilla!!!! el jueves es mi cumple y me parece que ya se que me regalaré jajajaja
ResponderEliminar¡Espero que te guste, ya contarás!
EliminarQue ilusión, my mermelada en un pastel de Sajonia! Y viejuno!
ResponderEliminarTiene que estar de muerte. Chapeau!
Lo está, lo está!
EliminarAy, sí, desde luego por la pinta la conocía, la he visto alguna vez. Tiene un aspecto fantástico, te ha quedado preciosa! Y si esto es viejuno, pues viva la comida viejuna!
ResponderEliminarBueno, no se corresponde del todo con la definición de "viejuno" de El Comidista, pero a mí se me da un aire tan retro.
EliminarLa conocía por su nombre pero nunca la probé.¡¡ Marcha una más para mi lista de cosas golosas!! El aspecto es fantástico. El corte es perfecto. Que lindo sería tomar la posta en algo tan importante como ser "la pastelera del pueblo".
ResponderEliminarCariños
Pues venga, a la lista mental de las golosas, que nos conocemos ;)
EliminarEstá el listón muy alto para ser la pastelera del pueblo, veremos que se puede hacer, jeje.
Estará rica, pero es que además es super vistosa. Además, es de esas tartas "viejunas", como bien dices, que parece que ya no se ven, verdad?
ResponderEliminarMe ha encantado... A ver si tienes suerte y te dan la receta del pueblo, que siempre son más ansiadas.
Besitosssssssssssssss
Por ahí va la cosa, de esas que no se ven, aquí son como "de cafetería de abuela" :)
EliminarEspero conseguir la receta. Ya os contaré.
te auguro un espléndido futuro como pastelera sucesora, al menos esta tarde te ha quedado auténticamente retro. Tiene que estar buenísima, yo te la encargaría sin duda!!!!!
ResponderEliminarJeje, trabajaré duro para conseguirlo!
EliminarOye, la tuya tiene bastante mejor pinta que la de la Wiki... no sé cómo será la de la señora del Puebluco pero yo creo que puedes tomar el relevo perfectamente.
ResponderEliminarA mí la comida viejuna en general me gusta (a pesar de la entrevista las gambas con gabardina me producen más buenos momentos que pesadillas) y en esta república hay recetas viejunas a espuertas, sobre todo dulces. En las tartas de cumpleaños les dan caña a las moñas de nata como si no hubiera un mañana (fresas y nata - mansikkakakku- forevermore...) y el aspecto es como de hace 30 años pero es que así es el mundo viejuno, y tiene su encanto, no?
http://2.bp.blogspot.com/_9e_koo8eYH8/SWJ88Tv03iI/AAAAAAAAACY/QBnE4p4r8yI/s400/mansikkakakku.JPG
(ejemplo de mansikkakakku viejuna)
Un besote.
Pues la tarta que yo vi en su día en el pueblo era muy vistosa y "señorial", mucho más que esta, está claro. Por eso ando detrás de la receta, a ver si tiene algún truco.
EliminarMe fascinan esas palabras finlandesas!!! Mansikkakakku... como para no estar rica. No veo ninguna por tu blog, ¿nos harás una cuando llegue la temporada de fresas?
Sí que tiene una pinta un tanto viejuna, sí, ¡¡pero a mí me resulta muy apetecible con ese crocanti y la crema "ligerita" de manetquilla y yemas!!
ResponderEliminarY bueno, que para ser una viejunada, no deja de ser un clásico de bizcocho relleno, pero con una presentación un poco retro :P
Un beso!!
¡Para mí las avellanas crocantes son lo mejor!
EliminarUn saludo.
Yo no sé qué definición dio El Comidista de "viejuno" pero a mí, más que germana, la tarta me parece de esta república. Por aquello de la 1ª República. Me explico: en esta república parece que su época más gloriosa fue ese período, que no es otra cosa que el período entre guerras. De hecho, cuando nació la difunta Checoslovaquia. "Es de la Primera República" dicen aquí mucho de los locales que han resistido. Y me da que esa tarta pegaría estupendamente en una vitrina de cualquiera de esas pastelerías :-P
ResponderEliminarInteresante. En Alemania sería el periodo de la República de Weimer, periodo muy prolífico a nivel cultural.
EliminarLo que explicas suena un poco a "antes era mejor..." :)